sábado, 11 de febrero de 2012

Quieta...

Y allí me quedé... quieta, no conseguía que mis músculos se movieran, sólo podía parpadear (y porque mis ojos no podían aguantar más en mi posición catatónica, desconectada de este mundo pero viviendo en él).
Quieta ante la soledad que me iba persiguiendo hasta encontrarme allí quieta.
No podía hacer nada... No quería hacer nada...
Y durante unos instantes llegué a esta conclusión: Vivo en este mundo pero sin vivir en este mundo.

Direcciones...

Norte.
Sur.
Este.
Oeste.
¿En qué dirección voy? ¿A quién le hago caso?
Sigo mi instinto y mis ideales o me dejo llevar por la marea y el caos de este mundo.
Aún no sé nada pero en realidad lo sé todo.
Sé que existo aunque no sé para qué.
Blanco o negro no existe el gris.
En estos momentos sólo puedo hacer caso a Sócrates y de decir "Sólo sé que no sé nada"